Un padre de 70 años, contaba en una entrevista que le hice: “tenía mucho miedo de ser papá, pues pensaba que no sabría cómo tratar a mis hijos y cómo educarlos, al fin y al cabo. Pensaba si iba a terminar tratando a mis hijos como a mí me trató mi papá, y de solo pensar eso, sentía escalofrío…”.
Así como este noble padre, muchos de nosotros podemos también experimentar temores: a fracasar como padre, a no hacerlo bien, a no ser capaz de darles lo que necesitan, a equivocarse al castigarlos, a ser muy duro con ellos, a
no ser un buen ejemplo, a no entenderse con la esposa, a que los hijos consuman droga, a que tengan malas amistades, a que ellos fracasen en la vida.
Detrás de cada uno de los miedos, hay ciertas creencias asociadas, que han sido generadas por la experiencia, por
la educación, por las influencias de los medios de comunicación, por los comentarios que se escuchan de los amigos
y familiares. Creencias como “si yo no hice esto, cómo se lo voy a exigir a mi hijo”, ”no creo que los consejos que
le doy sirvan de algo”, “los jóvenes ahora son muy rebeldes y no hacen caso”, “no hay nada que pueda hacer contra
el ambiente en el que están”, “yo de ser padre no tengo idea”, ”ellos (los hijos) son muy adelantados, se las saben todas”,
“uno como padre puede tratar de hacer mucho, pero el ambiente es el que más influye”… Por ejemplo, frente al miedo del papá de llegar a lastimar a sus hijos al castigarlos, estaba la creencia de que cuando lo hiciera iba a ser violento. Esta creencia fue generada por la forma como su papá lo había tratado, como lo había castigado. Por experiencia, este padre no sabía cómo debía tratar a sus hijos. Las creencias, a su vez, producen entonces una forma de actuar acorde con estas. Si el padre cree que no va a ser capaz de castigar bien a sus hijos, tratará inconscientemente de delegar esta función en su esposa, con la consecuencia de dejar de actuar oportunamente en bien de sus hijos. Si cree que no tiene idea de ser padre, omitirá alguna acción que requiere su hijo en cierta situación. Ahora bien, una de las cosas que el padre debe tener clara es cuál es su función como padre, qué es lo que sus hijos necesitan de él, cómo ejercer su paternidad y cómo se ejerce en función de la maternidad.
Una vez se tienen claras estas cuestiones, podrá entender si las creencias que tiene le limitan para lograr ser el padre que desea. A estas se les suele denominar creencias limitantes. Por tanto, una de las cosas que el padre deberá hacer es evaluar la forma de quitar poder a ese tipo de creencias y comenzar a fortalecer otras que le ayuden a cumplir sus objetivos. Y para esto tendrá primero que encontrar otras creencias, que se denominan potenciadoras, lo cual podrá lograrse con ayuda de expertos y de formarse mejor en la tarea de ser padre.
Ser un buen padre es una tarea muy gratificante, para la cual no habrá límites que no puedan ser superados cuando
se tiene la voluntad para lograrlo. Vale la pena realizar cualquier esfuerzo para ver un día a un adulto feliz, responsable
y dispuesto a amar a los demás, de la misma forma como fue amado por su padre, amado en cuanto persona.
(Artículo publicado en el periódico Campus de la Universidad de La Sabana, octubre 9-13 de 2017)